Te atro
Tamara Burón
Todos queremos un gran amor, uno que lea nuestro sentir, que escuche nuestros gritos desesperados por ternura, un plato cocinado con mano de amor. Un “mi amor”, o al menos, un amor.
Queremos un amor que cambie el mundo y un mundo donde quepan todas nuestras revoluciones.
Y que ese mundo, con todas nuestras transiciones y retrogradaciones nos siga diciendo: te atro.
Queremos un amor que no se rija por las leyes de la física ni de la vida.
Un amor eterno, único y lleno de complicidades. Un amor que se pueda expresar al mundo, es más, que sea aceptado por el mundo.
Un amor lengua, una mirada que mire con amor, que nos chorree los dedos, nos escupa en la boca, que te pegue de amor y lo ahorques de amar.
Un amor que le pueda decir te atro.
Pero el teatro es más sencillo, más humilde y más humano.
Te atro con tu libertad, con tu ausencia y con tu presencia.
Te atro cuando parece que no tengo nada que ofrecer y me tomas de la mano y me regalas un personaje.
Te atro por darme de comer sin yo esperarlo.
Te atro porque aunque me he sentido sola, nunca me has dejado sola.
Te atro con mi libertad que a veces te aborrece y te juzga por experimentarte dentro de cuatro paredes.
Te atro porque sabes encontrar risa en el dolor, encontrar unión en el corazón.
Teatro lo que dure, que en cada presente ya te perdoné, y ya me perdoné.
Te atro porque sola no existo.
Teatro porque en ti, puedo compartir mi amor.
Teatro porque en ti yo soy, y siendo, somos.
Teatro.